Comunidad y Familia
LAS MADRES SON EL ANTÍDOTO CONTRA EL INDIVIDUALISMO (REFLEXIÓN DEL PAPA FRANCISCO):
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy continuamos con
la catequesis sobre la Iglesia y haremos una reflexión sobre la Iglesia
madre. La Iglesia es madre. Nuestra Santa madre Iglesia. En estos días
la liturgia de la Iglesia ha puesto ante nuestros ojos el ícono de la
Virgen María Madre de Dios. El primer día del año es la fiesta de la
Madre de Dios, al cual sigue la Epifanía, con el recuerdo de la visita
de los Reyes Magos. El evangelista Mateo escribe lo que hemos escuchado:
"Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y
postrándose, le rindieron homenaje" (Mt 2,11). Es la Madre que luego de
haberlo generado, presenta el Hijo al mundo. Ella nos da a Jesús, Ella
nos muestra a Jesús, Ella nos hace ver a Jesús.
Continuamos con la
catequesis sobre la familia. En la familia está la madre. Toda persona
humana debe la vida a una madre y casi siempre debe a ella mucho de la
propia existencia sucesiva, de la formación humana y espiritual. Pero la
madre, aún siendo muy exaltada desde el punto de vista simbólico -
tantas poesías, tantas cosas bellas que se dicen poéticamente de la
madre - es poco escuchada y poco ayudada en la vida cotidiana, poco
considerada en surol central en la sociedad. Es más, a menudo se
aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por los
hijos para "ahorrar" en los gastos sociales.
Sucede que también en
la comunidad cristiana la madre no es siempre justamente valorada, es
poco escuchada. Sin embargo, al centro de la vida de la Iglesia está la
Madre de Jesús. Quizás las madres, dispuestas a tantos sacrificios por
los propios hijos y a menudo también por aquellos de los otros, deberían
ser más escuchadas. Sería necesario comprender más su lucha cotidiana
para ser eficientes en el trabajo y atentas y afectuosas en familia;
sería necesario entender mejor a qué aspiran para expresar los frutos
mejores y auténticos de su emancipación. Una madre con los hijos tiene
siempre problemas, siempre trabajo. Yo recuerdo en casa, éramos cinco y
mientras uno hacía "una", el otro pensaba en hacer "otra" y la pobre
mamá iba de un lado para el otro. Pero era feliz. Nos ha dado tanto.
Las
madres son el antídoto más fuerte a la difusión del individualismo
egoísta. "Individuo" quiere decir "que no puede ser dividido". Las
madres, en cambio, se "dividen", ellas, desde cuando acogen un hijo para
darlo al mundo y hacerlo crecer. Son ellas, las madres, quienes odian
mayormente la guerra, que mata a sus hijos. Muchas veces he pensado en
aquellas madres cuando han recibido la carta: "Le digo que su hijo ha
caído en defensa de la patria…". ¡Pobres mujeres, cómo sufre una madre!
Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida. El Arzobispo Oscar
Arnulfo Romero decía que las madres viven un "martirio materno" -
martirio materno. En su homilía para el funeral de un sacerdote
asesinado por los escuadrones de la muerte, dijo, haciéndose eco del
Concilio Vaticano II: «Todos debemos estar dispuestos a morir por
nuestra fe, aunque no nos conceda el Señor este honor... Dar la vida no
es sólo que lo maten a uno; dar la vida, tener espíritu de martirio, es
dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento
honesto del deber, en aquel silencio de la vida cotidiana, ir dando la
vida, como la da la madre que sin aspavientos, con la sencillez
delmartirio maternal concibe en su seno a su hijo, da a luz, da de
mamar, hace crecer, cuida con cariño a su hijo. Es dar la vida – y éstas
son las madres. Es martirio». Hasta aquí la citación. Sí, ser madre no
significa sólo traer al mundo un hijo, sino es también una elección de
vida: ¿qué elije una madre? ¿Cuál es la elección de vida de una madre?
La elección de vida de una madre es la elección de dar vida. Y esto es
grande, esto es bello.
Una sociedad sin madres sería una sociedad
deshumana, porque las madres siempre saben testimoniar incluso en los
peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral. Las madres a
menudo transmiten también el sentido más profundo de la práctica
religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción
que un niño aprende, se inscribe el valor de la fe en la vida de un ser
humano. Es un mensaje que las madres creyentes saben transmitir sin
muchas explicaciones: éstas vendrán después, pero la semilla de la fe
está en esos primeros, preciosísimos momentos. Sin las madres, no sólo
no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor
sencillo y profundo. Y la Iglesia es madre, con todo esto. ¡Es nuestra
madre! Nosotros no somos huérfanos, tenemos una madre. La Virgen y la
madre Iglesia y nuestra madre. No somos huérfanos, somos hijos de la
Iglesia, somos hijos de la Virgen y somos hijos de nuestras madres.
Queridas
madres, gracias, gracias por lo que son en la familia y por aquello que
dan a la Iglesia y al mundo. Y a ti amada Iglesia gracias, gracias por
ser madre. Y a ti María, Madre de Dios, gracias por hacernos ver a
Jesús. Y a todas las mamás aquí presentes, ¡las saludamos con un
aplauso!