UNA TRADICIÓN



Si don Juan Antonio Buenaventura de la Portela, fundador de aquellas tierras dominadas por el cacique Catufa, un valiente guerrero indígena que opuso resistencia a los españoles en las riberas del río Luisa donde crecían unos frondosos árboles llamados Guamo -de ahí proviene el nombre- don Juan sería hoy el hombre más orgulloso al observar las tierras que hoy son desarrollo del Tolima.

El Guamo nació en la época de la colonia. Santa Ana del Guamo, así lo apellidaron ya que era un punto clave de enlace en la vía Popayán-Santafé de Bogotá. Por eso, Carlos III Rey de España, por escrito de los vecinos de la región del Guamo, se ordena que sea viceparroquia de la parrroquia de Coello, según Cédula Real del 2 de marzo de 1771. Esta disposición se tuvo en cuenta como el feliz reconocimiento legal de una zona y no de un pueblo, determinada por límites precisos, con nombre propio y como gran asentamiento humano.

Posteriormente, el 24 de febrero de 1772, don Francisco de Vargas, visitador eclesiástico, dio su visto bueno a un documento de solicitud de los vecinos del Guamo al virrey Mesia de la Cerda, quien pide la erección de la parroquia Santa Ana de el Guamo, por hallarse a más de cuatro leguas de distancia de Coello, por tener que atravesar con gran peligro para sus vidas el río Magdalena para poder recibir los oficios religiosos y por ser un conglomerado humano.

Sin lugar a dudas, el Guamo y su gente siente orgullo de su tierra, de su pasado, su presente y su futuro, porque en esta pueblo se votó la constitución de el Estado Soberano del Tolima en 1776, por haber sido su capital en ese entonces, de 1771 a 1776. Es de señalar también el hecho de haber sido sede del Gobierno Nacional en 1830, ya que ante la ausencia del presidente titular ejerció el general Domingo Caycedo, quien despachaba desde la hacienda El Palmar . Fue además el Guamo capital única del departamento del centro cuando el país se dividia federalmente.